Es muy común que los hijos escuchen a sus padres hablar sobre finanzas, aún más con tantas oscilaciones en el mercado de valores, inflación, despidos de empleados federales e incluso una posible recesión. Al oír conversaciones sobre estos temas, los niños pueden no entender muy bien lo que está ocurriendo o cómo eso puede afectar las finanzas de la familia. Y por eso, los padres necesitan estar preparados para esta conversación si ellos tienen dudas.
“Los padres son la mayor influencia en el aprendizaje financiero de los hijos”, dijo Ashley LeBaron-Black, profesora asistente de vida familiar en la Universidad Brigham Young.
Por eso, aquí tienes algunos consejos sobre cómo hablar con tus hijos de una forma más ligera y tranquila. Créelo, ¡ese momento no tiene por qué convertirse en un monstruo para ellos ni tampoco quitarte el sueño!
El dinero no es tabú — es educación
A principios del año 2025, la economía del país parecía estar avanzando sobre terreno firme, pero los economistas prevén que el crecimiento se desaceleró en el primer trimestre debido a tantas incertidumbres en torno a las tarifas del presidente Trump.
Al mismo tiempo, los altos costos de los préstamos están afectando a algunas familias, principalmente a aquellas con ingresos más bajos, y cada vez más personas están retrasando los pagos de las facturas de la tarjeta de crédito. Y no termina ahí: las expectativas de los consumidores con respecto a la economía en los próximos meses han empeorado.
Es muy ingenuo de nuestra parte pensar que los hijos no tienen conocimiento sobre estos hechos. Puede que no entiendan todos los detalles, pero ya han escuchado a sus padres discutir precios en los supermercados o hablar sobre tasas, tarifas e incluso el cambio de último momento en algunos regalos.
Este mes, por ejemplo, se discutió en las noticias el posible impacto de las tarifas propuestas por el gobierno de Trump sobre el precio y la disponibilidad de la nueva consola de videojuegos Nintendo Switch 2, un producto que interesa a muchos niños.
Qué decir (y qué evitar)
Según Maureen Kelley, terapeuta financiera certificada en Denver, “es importante mantener la honestidad, pero de forma adecuada a la edad”. Es decir, si el presupuesto está ajustado, evita frases como “no tenemos dinero” o “estamos en bancarrota”, que pueden sonar más alarmantes de lo que realmente es. En su lugar, intenta con: “Estamos eligiendo gastar menos ahora para poder hacer otras cosas después” o “estamos ajustando la forma en que usamos nuestro dinero”.
La Sra. Kelley dice que, “el objetivo no es transferir el estrés al niño, sino ayudarle a entender que el dinero es una herramienta, y que saber usarlo requiere tomar decisiones”.
Cuando era niña, recuerdo que mis padres evitaban al máximo hablar de dinero y cuentas delante de mí y de mi hermana. Pero la verdad es que los niños quieren formar parte de la solución. Incluir a los hijos en el presupuesto puede ayudarles a sentir un cierto control. Por ejemplo: si la meta familiar es cenar en casa todas las noches en lugar de salir o pedir comida rápida, puedes convertir eso en un juego, pidiéndoles ideas de comidas o ayuda para preparar la masa de los panqueques.
Cuando la conversación empieza antes de la pregunta
No es necesario esperar a que tu hijo pregunte sobre dinero. Muchas veces, ya está pensando en eso antes de hablar. Robin Gurwitch, psicóloga de la Universidad de Duke, recomienda iniciar la conversación de forma indirecta: “¿Has oído algo sobre dinero o precios en la escuela?”. Esto abre espacio para escuchar lo que el niño ya ha entendido —o malentendido— y corregirlo con calma.
No hay cómo escapar. Las conversaciones sobre dinero o finanzas están en todas partes. En la televisión, en internet y hasta en la escuela. Pero si tu hijo pregunta qué significa todo eso para tu familia, ese puede ser un “momento privilegiado” para conversar, ya que puede hacer que la situación sea un poco menos delicada e incómoda.
Lo que puedes empezar a hacer hoy
Después de hablar con amigos que tienen hijos y recordar mi infancia, reuní algunas estrategias que funcionan —de verdad— para transformar estas conversaciones en momentos valiosos:
Cambia el “no tenemos dinero” por explicaciones reales
Evita frases que suenan definitivas y alarmantes. En lugar de “no se puede, no tenemos dinero”, di algo como: “Estamos eligiendo gastar en cosas más importantes ahora”.
Eso enseña que el dinero es una herramienta —y que tomar decisiones es parte del proceso.
Responde con honestidad (en la medida justa)
Si la respuesta a la pregunta “¿vamos a viajar en las vacaciones?” es “no”, está bien decirlo. Pero intenta incluir a tu hijo en la solución: “Este año no será posible, pero ¿qué tal si planeamos un paseo diferente aquí cerca?”
Usa la rutina como aula
Muestra el recibo del supermercado, pide ayuda para elegir la cena en casa, define un valor fijo para un regalo y deja que el niño elija dentro del presupuesto. Eso desarrolla autonomía y conciencia desde temprano.
Crea espacio para preguntas — incluso sin respuestas
No necesitas tener todas las respuestas. Decir “no lo sé, ¿lo descubrimos juntos?” es más poderoso que fingir que entiendes. Enseña a tu hijo que aprender es un proceso continuo.
El pasado también enseña
¿Sientes vergüenza por alguna decisión financiera que tomaste? No estás solo. Pero esconder eso de los hijos no ayuda. Compartir (con cuidado) que alguna vez gastaste demasiado con la tarjeta de crédito o que tuviste que aprender a ahorrar puede generar un diálogo más humano y realista.
Los errores forman parte de la vida. Y mostrar eso a un niño puede ser uno de los mejores ejemplos que puedes dar.

Pequeñas conversaciones, grandes transformaciones
Hablar sobre dinero con niños no necesita ser un discurso preparado o una charla formal. Son pequeñas conversaciones en el coche, en el supermercado o en la fila del almuerzo. Es en esos momentos donde se construye la comprensión de que el dinero no es una fuente de miedo, sino de elección, responsabilidad y libertad.
Y no lo olvides: si tu hijo te pregunta sobre dinero, es porque confía en ti.
Devuelve esa confianza con sinceridad y presencia.