¿Alguna vez saliste del supermercado con solo dos bolsas en la mano y la sensación de que gastaste como si hubieras hecho la compra del mes entero? ¿Ya sentiste ese vacío en el estómago al llenar el tanque del auto y ver que el número en la pantalla no para de subir? ¿O tal vez dudaste si realmente necesitabas ese café en la cafetería porque el precio parecía haber subido… otra vez?
Si tu respuesta fue sí a cualquiera de estas situaciones, no estás solo.
El aumento de precios en Estados Unidos ha sido una molestia constante para millones de familias, y no es solo una cuestión de cifras o gráficos en informes económicos. Se trata de cómo esto está impactando la vida real. Tu vida.
La cuenta ya no cierra como antes
En los últimos meses, el costo de productos básicos se ha disparado: comida, energía, alquiler, seguros, atención médica. La inflación, que parecía estar bajo control, volvió a causar preocupación. Para mucha gente, esto tiene un nombre más simple: apretón.
Con cada aumento silencioso en el supermercado, con cada factura que llega más alta de lo esperado, crece también la sensación de que el dinero se está esfumando.
Pero ¿por qué está ocurriendo esto? ¿Realmente las empresas no tienen otra opción más que subir los precios?
¿Precio o pretexto?
Gran parte de la respuesta está en los costos. Las tarifas comerciales, el aumento en el valor de las materias primas, los problemas en las cadenas de suministro y la presión salarial hacen que los gastos de las empresas se eleven. Y sí, muchas terminan trasladando ese costo al consumidor.
Pero hay más cosas detrás de esta ecuación…
Durante la pandemia, muchas empresas se dieron cuenta de que los consumidores estaban dispuestos a pagar más. La ayuda del gobierno, el cambio en los hábitos y la urgencia de ciertos productos crearon un momento en que subir los precios era posible y rentable. Jared Bernstein, quien fue el principal economista de la Casa Blanca durante el gobierno de Biden, dijo que muchos consumidores estaban menos desanimados de lo habitual por los aumentos de precios porque estaban respaldados por una serie de inyecciones de dinero del gobierno.
Desde entonces, para algunas empresas, mantener los precios altos se convirtió en parte de la estrategia. Al fin y al cabo, si la gente sigue comprando, ¿por qué bajarlos?
Esto no significa que todas actúen de mala fe. Pero tampoco se puede ignorar el hecho de que, en ciertos sectores, el poder de fijar precios está en manos de unos pocos. Y cuando hay poca competencia, los que pagamos el precio somos nosotros.
El discurso político y nuestro bolsillo
Recientemente, figuras políticas de diferentes espectros comenzaron a señalar con el dedo a las empresas. El presidente Donald Trump criticó a Walmart por culpar a las tarifas por los aumentos. Joe Biden, en el pasado, acusó a la “codicia corporativa” de ser la culpable de que los estadounidenses pagaran más por gasolina, alquiler y comida.
“Fundamentalmente, lo que estamos viendo en ambos casos es que el presidente comete un error político, ese error lleva a un aumento en los precios al consumidor, y el presidente que cometió el error culpa a las empresas”, dijo Michael Strain, economista del American Enterprise Institute.
En el caso de las tarifas impuestas por Trump, fijadas en un 30% sobre las importaciones chinas hasta mediados de agosto, los efectos repercutirán en toda la economía, elevando los precios para los consumidores o, si las empresas absorben parte de los costos, reduciendo sus ganancias. Estas medidas pueden impulsar la inflación, desacelerar el crecimiento y aumentar el desempleo.
¿Se puede hacer algo?

La semana pasada, John David Rainey, director financiero de Walmart, dio una entrevista a CNBC diciendo que la empresa estaba “bien equipada” para lidiar con aumentos de precios del 2% o 3%, pero no con una tarifa del 30%, la tasa actual sobre productos provenientes de China. Rainey añadió que Walmart, de hecho, absorbería parte del aumento de costos.
Por más preparadas que estén muchas empresas, lamentablemente, como consumidores individuales, tenemos poco control sobre los grandes movimientos de la economía. Pero la información sí es una forma de poder.
Entender lo que está detrás de los aumentos de precios ayuda a tomar decisiones más conscientes. Comparar precios, evitar compras impulsivas, buscar productos alternativos y apoyar a negocios locales pueden parecer actos pequeños, pero son formas de resistencia.
Más aún: exigir más transparencia, participar en debates públicos y estar atentos a las decisiones políticas que afectan el mercado son actitudes que fortalecen nuestra posición como ciudadanos.
Al final, todo esto tiene que ver con nosotros
El aumento de precios no es solo un tema económico. Es sobre el derecho a vivir con dignidad. Es sobre el estrés de quien trabaja duro y, aun así, siente que siempre está corriendo detrás de las cuentas.
Es sobre ti, tu familia, tu rutina. Es sobre tu desayuno, tu factura de luz, tu futuro y el futuro de tus hijos.
Y por eso es tan importante hablar de esto con claridad, con empatía —y con el coraje de exigir más de quienes tienen el poder de decidir.