En medio de un escenario político cada vez más polarizado, un tema urgente resurge con fuerza: la posibilidad de recortes significativos al SNAP, el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria, anteriormente conocido como cupones de alimentos. Para los republicanos, el programa está mal administrado y desalienta a las personas a trabajar; los opositores al proyecto de ley afirman que los recortes propuestos dejarían a millones de adultos y niños con hambre y sobrecargarían a los estados con nuevos costos.
Para unos 42 millones de estadounidenses que dependen de él, este cambio no es solo una estadística: es una amenaza directa a la seguridad alimentaria, la dignidad y la salud de millones de familias, adultos y niños en situación de vulnerabilidad.
Lo que está en juego es más que una línea en el presupuesto federal. El SNAP representa, para muchos, la única garantía de acceso regular a la alimentación. Y entender lo que está ocurriendo es el primer paso para actuar.
¿Qué es el SNAP y cómo funciona?
El SNAP es un programa federal financiado por el gobierno de EE.UU., creado para garantizar que las personas y familias de bajos ingresos tengan acceso a alimentos básicos. En su forma actual, beneficia aproximadamente a 42 millones de estadounidenses, distribuidos en unos 22 millones de hogares. Los criterios de elegibilidad son claros: personas cuyo ingreso anual se encuentra en o por debajo del umbral de pobreza. Este valor se determina según el costo de necesidades básicas como alimentación, ropa y vivienda, siguiendo el Índice de Precios al Consumidor (IPC). En 2025, esto representa $15,060 para una persona o $30,000 para una familia de cuatro integrantes.

Los valores mensuales del beneficio varían según el tamaño de la familia, los ingresos y el estado de residencia. En promedio, un individuo puede recibir hasta $292 por mes. Una familia de cuatro personas puede llegar a recibir $975 mensuales, valores que pueden parecer altos en teoría, pero que representan menos de $10 por día por persona cuando se distribuyen a lo largo del mes.
Estos valores se depositan mensualmente en una tarjeta electrónica, similar a una tarjeta de débito, que puede utilizarse en supermercados, tiendas de conveniencia, farmacias, mercados y hasta plataformas en línea como Amazon y Walmart, en los estados participantes. Sin embargo, el beneficio solo puede usarse para alimentos: artículos listos para el consumo inmediato, como comidas calientes, están excluidos.
¿Qué propone el nuevo proyecto de ley?
El paquete de reformas internas apoyado por el presidente Donald Trump, aprobado por el Senado y ahora en análisis en la Cámara, propone cambios profundos y polémicos en el funcionamiento del SNAP. Entre los principales puntos:
Aumento de la edad mínima de exigencia laboral
Actualmente, los adultos sin hijos dependientes deben trabajar hasta los 54 años para mantener los beneficios. El nuevo proyecto propone aumentar este límite a 64 años.
Restricción a familias con hijos pequeños
Actualmente, los padres con hijos dependientes tienen más flexibilidad en los requisitos del programa. El nuevo proyecto propone restringir ese beneficio solo a padres con hijos menores de 7 años.
Transferencia de costos a los estados
Hasta ahora, el gobierno federal financiaba los beneficios mientras los estados administraban el programa. El nuevo proyecto exigiría que los estados también contribuyan financieramente, lo que podría generar desigualdades regionales y sobrecargar los sistemas estatales.
Reducción de los valores pagados y penalizaciones por errores administrativos
Los estados que cometan errores en el pago de beneficios podrían ser penalizados financieramente, lo que podría llevar a recortes aún más severos al final del sistema.
Cambios en la elegibilidad de inmigrantes
Aunque el SNAP ya está limitado a ciudadanos estadounidenses y ciertos grupos específicos de inmigrantes (como refugiados o asilados), el proyecto refuerza las barreras para residentes permanentes y titulares de green card, quienes deben esperar cinco años para acceder al programa.
(Excepciones añadidas al proyecto de ley protegen parcialmente a Alaska y Hawái de los cambios.)
¿Cuál es el impacto real para los estadounidenses?
Los expertos advierten que los recortes propuestos son los más profundos desde la creación del programa de cupones de alimentos, en la década de 1930. Se estima que millones de personas perderán completamente el acceso a los beneficios, mientras que muchas otras recibirán valores significativamente menores.
Estos cambios no solo amplían la inseguridad alimentaria, sino que también afectan directamente a la economía local. Supermercados, agricultores y pequeños comerciantes en áreas vulnerables dependen de los recursos del SNAP para mantener una demanda estable. Además, expertos en salud pública destacan que la falta de acceso a una alimentación básica está directamente relacionada con el aumento de enfermedades crónicas, la caída en la productividad y mayores costos hospitalarios.
¿Qué puede hacer usted ahora?
- Infórmese y comparta la información: difunda estos datos entre amigos, familiares y vecinos. Muchos aún no saben lo que está en juego.
- Contacte a sus representantes: envíe correos electrónicos o llame a los congresistas de su estado. Presionar al Congreso es una de las formas más eficaces de influir en decisiones políticas.
- Apoye a organizaciones locales: bancos de alimentos, ONGs y grupos de apoyo a familias de bajos ingresos serán los primeros en sentir el impacto de estos recortes. Su apoyo puede marcar la diferencia.
- Participe en audiencias públicas: esté atento a reuniones locales sobre políticas sociales. Participar también es una forma de defender lo que usted cree y hacerse escuchar.
Conclusión
El debate en torno al SNAP va mucho más allá de la política partidaria. Se trata de un pacto social que garantiza lo básico: comida en la mesa de quienes más lo necesitan. Los cambios propuestos tienen el potencial de dejar a millones de estadounidenses con hambre (literalmente). En tiempos de incertidumbre económica e inestabilidad política, es fundamental que los ciudadanos estén bien informados y movilizados.
El futuro del SNAP aún no está decidido, pero las decisiones que se tomen en las próximas semanas definirán el destino de millones de familias estadounidenses. Y el silencio, en este caso, puede salir muy caro.